épicas del sur

Entrevista a Alberto Guerra por la revista El coloquio de los Perros

El Blog Café Naranjo publica la entrevista realizada por la revista digital El coloquio de los Perros a nuestro cafetero mayor Alberto Guerra Naranjo, aquí se la dejamos íntegramente a nuestros lectores:

ALREDEDOR DE ´LOS CONJURADOS´

La editorial Malpaso & Cía nos regaló la oportunidad de adentrarnos en el mundo narrativo del escritor cubano Alberto Guerra Naranjo. Cuando lo comentamos con nuestro apreciado Julio Hernández nos pusimos a hablar de La soledad del tiempo, su anterior novela, por la que recibió bastantes elogios, y de la que se quedó un excelente sabor de boca. Julio no tuvo dudas y se puso manos a la obra, preparándonos las preguntas. Así, tenéis un diálogo entre compays hablando de una novela fantásticamente editada y que es un todo un acierto.

EL COLOQUIO DE LOS PERROS: ¿Cómo  definiría su novela?

ALBERTO GUERRA NARANJO: Mi novela, Los conjurados, es una conversación en clave secreta con mi hijo Diego Alberto Guerra y con sus amigos, esa generación de cubanos que desde un tiempo a esta fecha, en buenas cantidades, anda dispersa por medio mundo o sueñan con emigrar, en la mayoría de los casos sin recursos espirituales que luego permitan caminar con firmeza las calles de los nuevos territorios donde habitan.
Mi novela intenta conversar con los cubanos de todas las edades y con todos los amables lectores del mundo, incluido usted mismo, compay, a quien agradezco su lectura.
Pero Los conjurados también es una conversación con mi nieto de siete años, con sus amigos de colegio y hasta con quienes aún no han nacido.
Mi novela, incluso, es el resultado estético  del gesto de mi madre Mercedes cuando antes de yo nacer colgó en la pared de mi cuarto el cuadro de su abuelo mambí, el Teniente Coronel Tiburcio Naranjo, imagen que literalmente no deja de acompañarme; y es resultado estético de las conversaciones que mi padre Candido Guerra Guerra sostenía conmigo durante mi infancia, sobre todo cuando ibamos por el separador de la calle 70 en Buena Vista y me advertía que yo estaba vivo de milagro porque a él estuvieron a punto de matarlo cierto domingo en Bayamo, pero se salvó gracias a un primo suyo que lo esperó para prevenirlo, de ahí que Los conjurados, esta conversación en clave secreta que sostengo con varios interlocutores, comience con esta frase: A mi padre lo iban a matar si entraba al pueblo.

AGN: Esta novela, Los conjurados, se gestó en la calle, compay, en la inevitable interacción que yo como persona sostengo con el contexto nacional y con el mundo en que vivo. Concebí escribirla al escuchar a ciertos teóricos cómodos conminando al olvido del pasado y como además de escritor soy Licenciado en Educación en la especialidad de Historia y Ciencias Sociales, me propuse refutar dicha tesis a través de un artefacto estético que sostuviera un argumento diametralmente contrario, pero que se encontrase a mucha distancia del manual, del discurso cansón e inverosímil y del teque. Comprendí que para ser efectivo en mi argumento de que los pueblos pobres como el mío jamás deben olvidar el pasado ni su historia debía apoyarme en una novela de más de 200 páginas que fuera ágil, que se leyera fácil sobre todo por parte de los jóvenes, que es a quienes los teóricos conminan al abandono y olvido del pasado.

ECDP: Hablar de la familia, ¿es el oficio más difícil?

AGN: Gracias a los cuentos de mis padres, cada uno por su lado, escribir sobre la familia me resultó más fácil, compay. Todos mis tíos ya están muertos y mi padre también, solo vive mi madre, pero para que no quedaran dudas de que mi historia basada en hechos reales no era más que una obra de ficción cambié los nombres de todos los personajes de mi familia.

ECDP: Haces una serie de retratos muy ponderados, muy humanos, de los personajes, tanto ficticios como reales, que aparecen en la novela. Santos Trafficante, Marlon Brando, Fulgencio Batista, Braulio Coroneaux, tu madre, tu padre….Recorres, en síntesis, sus filias, fobias, deseos y aversiones. ¿Cuánto de saldar una deuda familiar; con la historia propia y la del país, hay tras esos retratos? ¿Y cuántas cuentas estás pasando?

AGN: Lo primero que intento como escritor de ficciones que soy es tratar de ser creíble en la construcción de la realidad que he decido escribir, por tanto, en este caso sobre un argumento cubano de los años cincuenta me vi obligado a mostrar la época desde todas sus aristas posibles, incluso fuera de Cuba, a través de los diversos personajes, nunca empleando al narrador que se impone en el relato. De ahí que aparezcan vidas y milagros de las figuras que mencionas, de lo más natural, compay. Incluso, la propia palabra «compay» participa como uno de los actantes vitales de Los conjurados, al punto de que ya forma parte de mi propio léxico, compay, gracias a la escritura de esta novela donde como bien dices saldo una deuda familiar y con mi país a través de sus variopintos personajes.

ECDP: La documentación que has hecho aporta datos invaluable para una generación  y unos lectores muy alejados de los hechos, por su juventud, o la distancia cultural y geográfica. ¿Qué interés opinas que puede despertar otra novela del período pre revolucionario cubano?

AGN: Yo pienso, compay, que los temas por sí mismos poco significan en el orden estético. Todos los temas son importantes, todos los periodos de la vida humana son relevantes, caóticos y desorganizados. Ah, pero es la mano del artista, en este caso la mano del novelista, quien organiza y estructura a través de su manojo de palabras. 15 o 20 novelas sobre la época anterior a 1959 pudieran despertar sumo interés o no despertar ninguno en absoluto, porque todo depende del talento de esos 15 o 20 escribas, no de la época.
En mi caso, con Los conjurados yo traté de imprimirle a la época de los años de 1950 las velocidades narrativas de la época actual.

ECDP: Los personajes, reales y ficticios, interactúan como átomos de la misma Isla, cada uno con sus fuerzas, su repulsión y sus atracciones. ¿Qué concepto de Isla tienes, como escritor? ¿Cómo opinas que interactúan, con tu novela, sus personajes: aportarán luz sobre este periodo o por el contrario, debido al cada vez mayor desinterés por la historia y el creciente interés  por el revisionismo histórico, se hundirán en el ostracismo?

AGN: Una isla para mí como escritor de ficciones es un pequeño espacio geográfico que se estrecha o ensancha en dependencia del alimento espiritual que consumamos. En mi caso, me considero ambicioso en extremo, porque el planeta entero me pertenece y me siento en el pleno derecho de echar mano a todos los personajes históricos y de ficción que han existido y existirán.
De ahí que ya es bastante con que durante la escritura de Los conjurados haya dedicado unos años a construir personajes que parecieran creíbles, verosímiles y que intenten atrapar a esos desinteresados por la Historia con mayúscula a través de mi historia de ficción con minúscula.
Si he logrado mi propósito o no, nos lo dirá el transcurrir del tiempo, compay, y esta propia entrevista que usted me hace siendo tan artista cubano como yo resulta una evidencia rotunda de que Los conjurados camina y se abre paso como le corresponde.

ECDP: Hacia finales del libro, Braulio Coroneaux se coloca en lo que llama «el lado correcto de la historia», algo que yo percibí cercano a la eudaimonia aristotélica, es decir, al vivir, de acuerdo a un propósito moral, una vida que valiera la pena, pero, cómo definiría el autor ese «lado correcto de la historia»?

AGN: Cuentan los historiadores que esas fueron las palabras exactas de Braulio Coroneaux, «yo no estaba en el lado correcto de la historia», que en el caso mío asumo que estar en «el lado correcto de la historia» es estar con los desamparados, con «los pobres de la tierra», diría José Martí.

ECDP: Haces un recorrido por la gastronomía oriental, las movidas noches de Marianao, los saraos y la exclusividad perdida de ciertos tugurios y clubes sociales de La Habana, haciendo una descripción de «la buena vida». Ese reflejo de antaño, ¿define la «vida buena»?

AGN: Bueno, compay, lo primero debe ser que aclaremos a los posibles lectores de esta entrevista que esas dos palabras, «buena vida» y «vida buena», no pertenecen a mi novela Los conjurados. Reitero que a través de las peripecias de mis personajes llegué a diversos contextos donde ellos interactuaron con sus circunstancias, que son las de la época histórica que les correspondió vivir. El señor Ordoñez junto a Freddy Corleone visitó el Hotel Nacional, un restaurante en Cojímar, Tropicana,  el Teatro Shangai y Las Playas de Marianao donde El Chori tocaba sus botellas con tremenda armonía, pero Plácido Sierra ni sus familiares, ni sus amistades estuvieron en esos contextos ni pasaron por esas experiencias y en Los conjurados yo, como su humilde escritor, no hice otra cosa que mantenerlos creíbles, verosímiles como personajes en sus espacios vitales, pero sin calificarlos, esa tarea no es mía, la mía es escribir y escribir, la de los lectores, entre otras, consiste en calificar.

ECDP: Palma Soriano, donde parte la historia, no obstante su realidad, se llena de historias, intrahistorias y milagros, como un legendario Macondo. Hay pobres que son unos auténticos hijos de puta como el trío de los Mora y ricos que se redimen como Enrique Ordoñez, algo que borra el maniqueísmo de un arriba malo y un abajo inocente y justo, y hace complejos muchos juicios de valor. ¿Es un reflejo consciente de la sociedad?

AGN: Captar las complejidades sociales en una novela de poco más de 230 páginas no es un asunto muy fácil, compay, y me alegra que usted se haya percatado. Intenté asumir el reflejo que refieres apoyado en los referentes teóricos que me acompañan desde mi formación y repito, trasladando dicha complejidad a los diferentes personajes representantes de las variopintas clases sociales, grupos, géneros, colores de piel, aspiraciones sociales, gustos musicales, comidas, en fin, compay, que he echado mano a todos los actantes posibles en busca de lograr un texto que pudiera ser leído hasta la última página.

ECDP: A partir del primero de enero, Cuba vivió una de las transformaciones más complejas y profundas de América Latina, por ejemplo, comandantes como Huber Matos, que unos meses contribuyó al triunfo de la Revolución, tan sólo unos meses más tarde se enfrentó a la misma. ¿Por qué su novela acaba en 1959?

AGN: Tengo publicada en cuatro ediciones una primera novela llamada La soledad del tiempo que forma parte de la trilogía que me he propuesto escribir y esa es la causa de que Los conjurados termine en 1959 y que mi próxima novela se desarrolle en La Habana de los años 60 y 70 del siglo pasado.

ECDP: Eutelio Ortiz, uno de sus personajes, en mi opinión, más entrañables, hace un alegato final que reúne las esperanzas de una parte importante de la generación que hizo posible el triunfo de la Revolución. ¿Qué claves del alegato, en su opinión, quedan por cumplir, 63 años después?

AGN: Precisamente Los conjurados comienza con un exergo del grande maestro Alejo Carpentier de su novela El reino de este mundo, que dice: «El hombre nunca sabe para quien padece y espera. Padece y espera y trabaja para gente que nunca conocerá, y que a su vez padecerán y esperarán y trabajarán para otros que tampoco serán felices, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es….y en eso se anda, compay, en querer mejorar lo que somos.


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