Por Joe Wentrup
PEDRO LUIS AZCUY FLORES
Escriba y viva sin miedo; nadie nos juzga
Pedro Luis Azcuy Flores (La Habana 1984), es el ganador del premio Kovalivker 2023, donde se impuso con su cuento Gladiadores, en que describe la dura realidad de los estibadores del puerto de La Habana.
Primero mis más sinceras felicitaciones. ¿Cómo se siente el ganador del Premio Kovalivker?
Me siento bien, y sobre todo con un mayor sentido de compromiso para seguir en la luchita literaria.
¿Es su primer éxito como autor?
No, entre otros resultados, fui premio Oscar Hurtado en literatura fantástica y mención en el Premio David 2019 con un libro de cuentos, aunque el Premio Kovalivker es el premio más importante hasta ahora. Igual cada reconocimiento juega un papel vital en este maratón
literario.
¿Desde cuándo se dedica a la escritura? En este mundo con su culto a la juventud ya no está en la edad de reguetonero, diría que más bien en la de bolerista …
Creo que tiene usted un concepto un poco raro sobre el tiempo y la edad. La vida se trata exclusivamente de cuánta energía le queda a cada quien. Por otra parte, mi gama musical va desde el rock, música clásica y claro que pasa por el bolero y el reguetón; todo incluido (risas)
Cierto es que como temba me dejo llevar por el mismo lema de juventud eterna. Pero me estoy saliendo del tema. Me impresionó mucho la eficiencia narrativa y la economía de palabras que aplicó en Gladiadores, además de un realismo social impecable. Es inevitable que vienen a la mente grandes norteamericanos como Faulkner y Hemingway. ¿Se encuentran entre sus preferencias literarias?
No esos precisamente, pero sí autores norteamericanos como Salinger, Bukowski y R. Carver, sin olvidar que en cuanto al diálogo, aprendí bastante con Hemingway.
Lo primero que me pregunté al leer Gladiadores fue: ¿Será autobiográfico este cuento? ¿cuánto de vida marginal, cuánto de lo que llamamos lucha personal se encuentra en su literatura?
Llevo un pensamiento contrario a la expectativa que se gesta en la relación autor-obra. Soy de los que se centran en el resultado artístico final como lo único importante.Pero, sí, hay elementos autobiográficos ahí pese a que la búsqueda de una historia redonda siempre lleva a la
deformación de lo real. La vida suele ser más rutinaria y precisamente se narra con un alto grado de síntesis y potenciando los eventos significativos, para no aburrir. Y ya para cerrar, confirmo que también en el resto de mi obra – hasta ahora – hay mucho de vida marginal y lucha personal camuflada y readaptada.
En su biografía revela que, aparte de ser experto en esquinatología (el arte de observar el barrio desde una esquina), también es profesor de yoga y practicante del budismo. Aquellas últimas dos experiencias, que devienen de la cultura y la filosofía oriental, ¿le han influenciado de
alguna manera?
Buda y el yoga llegaron a mi vida para reajustar mil cosas, quitarme un poco de velocidad; detalle que ha resultado en extremo terapéutico, y obviamente ha influido en mi escritura, incluso más allá del hecho de un
aumento en la claridad de la percepción y mayores niveles de concentración, que ya de por sí son detalles favorables. Además, cuando se experimentan estados de sosiego por un tiempo sostenido, uno se replantea los niveles de tragedia que desea o no pasarle a alguien en un
mundo agitado donde el arte, sobre todo el dramático, pide a gritos cada vez más tensión para entretener.
¿Entonces esta influencia oriental la percibe más bien, diría, en el plano técnico y no tanto en el mensaje mismo?
El mensaje está, claro que está, sobre todo en la filosofía de los personajes, solo que en lo técnico marca la conducta del autor. El show debe estar asegurado en una medida directamente proporcional al éxito que se espere alcanzar. Una literatura densa, donde se intente captar las sutilezas en aras de retratar lo maravilloso de la vida, puede fácilmente pasar desapercibida, o sucumbir ante una literatura más básica, rústica, pero a tono con la necesidad del individuo promedio. Depende de cuánto valor decida darle un autor a sus rarezas y razones profundas de escribir.
Diría que en Gladiadores logró un excelente equilibrio entre las excentricidades individuales y la accesibilidad popular.
Llegar hasta este punto a menudo es un proceso arduo, de análisis y reescritura, es mucho sudor escondido tras un resultado aparentemente ligero y fluido. Sin calar demasiado en el proceso de la creación, ¿cuál es la técnica o el consejo que quisiera darle a un novato?
Le diría que viva y escriba sin miedo; nadie nos juzga. Cada país, cada época tiene sus circunstancias, cada generación es distinta. En Cuba los Novísimos ya no son nuevos; el país, sin embargo, sigue con una proyección singular en el contexto latinoamericano y occidental, aunque
crecieron varios vínculos y referencias nuevos, de los cuales para mí destacan dos muy distintos: Por un lado los movimientos sociales de América Latina y la nueva multipolaridad, por el otro la cultura popular universal.
¿Cómo se ve usted y su generación en este triángulo entre cubanía, revolución y globalización?
En Cuba pesa el factor isla desde lo geográfico, y el factor histórico, que ha sido un elemento indisoluble en el plano de la creación. Estamos en un momento de apertura, de un tratar de ser “normales” como el resto del mundo; o sea “anormales” (risas). Al menos con el fenómeno de
redes sociales se va notando esa voluntad de mercadotecnia, aún incluso estando a años de luz de contar con un mercado propio y funcional para la literatura nacional. Supongo que ahí nazca de todo; desde autores enfocados en una ideoestética para una supuesta venta, hasta autores que se promuevan como la antítesis de esto anterior (que es otra forma de hacerlo) – o – con mucha suerte, algunos que otros escritores malditos que, como buenos escritores malditos, quedarán un tanto a descubrir en tiempos venideros.
Infiero que usted es uno de estos autores malditos que tanto necesitamos en un mundo literario cada vez más estereotipado. ¿Con qué podemos contar, cuál es su próximo proyecto, ya está preparando otra publicación?
Yo no considero que sea un autor maldito o algo así. Solo me propongo con intransigencia que mis textos sean auténticos, y ya eso generalmente marca el proceso de creación. Proyectos tengo varios, entre novelas, libros de cuentos o de poemas, a la espera de que la suerte me sonría.
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