Ahora en Café Naranjo publicamos tres poemas de José Alberto Nápoles Torres.
Ahorro felicidad
a patadas soldadescas en cualquier momento aparecerán todos mis deseos y con ellos la muerte patizamba jugando con los cordeles de siempre, que serán cortados, pero, llegaré a tiempo, al menos por ahora, y anudaré el cordel para unificar los campos magnéticos y mi sangre tan antigua como los listones donde fue crucificado el Cristo. El Cristo puro, el sinigual que caminó por las aguas hasta llegar al centro del hombre, que aún era un homúnculo en el paisaje y estructuraba los silencios entre punzadas de espadas y monedas y talegos y Judas colgándose por las orejas para no escuchar el golpeteo de las ruedas, de las antenas, de los satélites, del cosmos alejándose en dirección a la Nada.
Nada perfecta para leer el libro preferido o negarlo.
Disfruto las patadas de la felicidad. No las niego: desangra, despierta las regiones frontales del cerebro donde se acumula la conciencia de la lengua.
Yo… intentaría cortar el Sicomoro con la saliva de mi lengua.
Ahora-aquí estamos de náufrago en medio del monte. Me apena escuchar los árboles mientras copulan la materia del aire: materia oscura por donde transcurre el universo.
Me apena escuchar los insectos, los reptiles y las semillas crecer por entre las palabras y las tecnologías que empobrecen el oro.
El oro primero de la orina de la ofensa de la pared que se arrastra hasta el monte y el Totí mecánico activando las teclas de la modernidad: close of mind (control más intención más sentido más nada…)
Ahora- aquí avanzo ubicuo hasta las uñas y me las como: pan delicioso, leche de cabra y me las como tragando centímetros cúbicos de biomasa bacteriana.
Alimento el aire, los olores que orientarán las aves de rapiña hasta mí.
¿Quién soy para que tengas memoria de mí?
En verdad os digo que la justicia social es pedrada feroz, lluvia cursiva
Sombras inevitables que adivinan(copy-paste)
Sombras inevitables que entran a la casa (copy-paste) y se detienen cabizbaja como fotos: ágiles perros que deshuesan la sangre cerca de la pared.
La pared del mundo no deja de cruzar el cuerpo, la tarde que hinca mi cuerpo por casualidad; copy: un luchador sumo en mis costillas, paste: una tecla borrosa deslinda la palabra escrita como misterio.
En verdad os digo que Nada es fruto del miedo, que las pedradas volarán como alas impares en los aires: aires magníficos que impelen las fábricas, aires que impelen las aves de rapiña contra las cabezas soldadescas, que atontados se dirigen a la victoria.
Victoria de los hombres sobre lo escrito sobre el asno que dividió la historia en panes míseros y peces desventurados en ropas de arcabuceros que dividió las miradas (copy-paste) en la puerta.
Puerta majestuosa de guano y plumaje de Totí armónico
Y el Totí armónico comprendió las imágenes del mundo, los mecanismos irreversibles del destino.
Tumba sacra guarda el cuerpo que me ofreció el hambre, la visión de las piedras sobre mí. Sobre mí destella los dientes de efímeros lobos: desmintiendo de la luna llena sus aires cósmicos y solitarios. Luna de naranjos, lejos e incomibles, luna de ovejas y muros golpeados por la piedad o la ilusión.
Guarda mi cuerpo de los ríos dos veces: dos veces piernas: dos veces negado por la furia y los borrachines que se golpean la cabeza diciendo: dolor mío dolor mío sufre y tragan de la botella lo más áspero del llanto.
Llanto qué haré de la vida tan feliz qué haré de mí tratando de entender que no hay pose ni lobos: estoy aquí divertidísimo como píldora dorada (por sus dos caras). Píldora, pildorísima.
José Alberto Nápoles Torres (la Habana,1974).
Poeta, ensayista e investigador. Dirige el proyecto La casa artemiseña de la décima. Licenciado en Educación.
Reseñas, ensayos y otros textos suyos aparecen en innumerables revistas y antologías cubanas y extranjeras. Es Miembro de la Uneac.
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