En Café Naranjo Publicamos el cuento, Escuchando “Comfortably Numb”, de Jorge Manriquez Centeno, como siempre esperamos una placentera lectura. No olviden compartir con los amigos.
ESCUCHANDO “COMFORTABLY NUMB” Jorge Manriquez Centeno en Cafe Naranjo, Naranjo Press, Literatura Hispanoamericana
Escuchando “Comfortably Numb”
Escucho el piar de los pájaros. Su canto ruidoso es como luz violeta en la oscuridad. Desprende ráfagas fosforescentes, pero quiero ser parte de la oscuridad, por ello me alejo de su iridiscencia.
Escucho música.
La armónica abre los confines de la nostalgia, y uno se hace viejo, y anda caminando por esos senderos, resbala y cae como las lágrimas.
Cierras los ojos, y quisieras irte lejos, muy lejos, a buscar esos colores, esas sonrisas.
Todo cae en vertical. Nos sujetamos a sus tubos y resbalamos.
Y te das cuenta de que tus padres, hermanos, amigos, cerraron los ojos: la luz se ha escapado, carnal. Fuiste el último.
Hay que recordar los días en que fuimos felices.
¿Fuimos felices?
El tiempo pasa tan rápido que lo único que va quedando es recordar.
…
Estoy trabajando literalmente como “robot” desprogramado.
Tengo que hacerlo porque no tengo ahorros y las deudas se acumulan, a pesar de mi letargo. La energía eléctrica, suministro de agua, comida en el refri, muchas cosas más… tienen que afrontarse con dinero contante y sonante.
A fuerzas, tengo que cumplir con mi horario laboral. Hasta donde aguante mi cuerpo tengo que estar aquí, en esta oficina.
No importa este dolor de cabeza, estos bostezos que me absorben.
Mi trabajo es una extraña sombra: oficios, informes, expedientes, insulsos. sándwiches con jamón de barata y resecos, más con esta tibia coca cola.
Salgo de la oficina.
Veo árboles empolvados por el fastidio. El piar de los pájaros ha quedado atrás.
Carros, calles, negocios, hoteles, casas, avenidas, transeúntes. Van en sentido contrario.
Un “viene-viene” sonríe cuando un señor le da una moneda por irle indicando como estacionar su carro en un angosto lugar. Entró justitito. Nuestras miradas se topan. Le indico que me acompañe al mar. Baja la vista. Me entiende, pero al observar que otro vehículo entra en el supermercado, corre entusiasmado.
Camino sinsentido.
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Entro al metro. Voy en sentido contrario.
Muchas cosas van quedando atrás.
Es mejor que queden atrás, no pensar en ellas, y ese “tururu”, “tururu”, ese abrir y cerrar los vagones del metro va alejando los recuerdos, es mejor pensar en otras cosas. Hay momentos que son como trastes rotos: pueden ensamblarse, pero quedan las fisuras: hondas, leves, pero te abisman con su luz violeta, carnal.
Los recuerdos que aún tienes frescos en la mente, pero con los que no deseas reencontrarte, son una lápida que a fuerza debe cerrarse para vivir en paz.
Cuando estés tendido ahí, no hay nada más fastidioso que esos ojos escrutándote, viendo cómo te ves en tu partida. Mejor cierra el ataúd. Toma café soluble en vaso de unicel. Siéntate al lado del compañero de oficina, habla del clima, de lo bien que me comportaba en esos largos días, de mi forma de escribir los oficios, esa sinrazón de querer cambiar su parca redacción, sus claves de identificación o de lo que se te ocurra.
Sólo son unas horas persígnate. No hay nada que hacer. Si me consideras tu colega, anda, ve a la cantina, escucha la canción que más te guste, alza la copa y brinda por mí, ¡carajo, no te pongas triste, así es la vida!, ¡qué más, sólo son unos minutos de despedida! Pero no seas cabrón, deja de mirarme de esa forma, que quiero cerrar los ojos, no hay nada afuera que me llame la atención. Quiero estar con mi carnal.
Mejor pienso otras cosas.
Voy a mi casa.
Escucho música. Doy un click, y es: “Comfortably numb”, y esas voces van en busca de la lluvia.
Veo una fotografía y empiezo a caer.
Suena el teléfono. Ahora sí contesto.
Palabras nítidas. Emergen de las conchas de mar. Cada uno tiene la suya, basta poner atención y escuchar ese oleaje.
Cuelgo y empiezo a caminar hacia el mar.
Jorge Manriquez Centeno es reseñista y está en proceso de publicar su obra poética y narrativa. Es egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
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