épicas del sur

Desde un estanque

Desde un estanque, Kenia Rodríguez Poulot

En Café Naranjo publicamos un divertido cuento infantil, “Desde un estanque”, de Kenia Rodríguez Poulot.

Desde un estanque

Lili era una  rana saltarina, de esas que no crecen ni te asustan. Tan pequeña como la uña de un dedo pulgar. Vivía en un inmenso estanque lleno de lodo y plantas acuáticas. Comía moscas, mosquitos y cantar era su mayor entretenimiento . Una mañana, mientras todos en el estanque dormían, Lili  tomaba su baño matutino y se sintió aburrida.

_  Estoy cansada de ser rana, no pasa nada interesante en esta charca_ Pensó.

Y así, mientras cantaba, apareció una bruja  malvada en busca de un poco de lodo para terminar su último hechizo. Al inclinarse para acoger el lodo, Lili cayó  dentro del cubo, la bruja le puso la tapa y se marchó a su choza. Al llegar, quitó la tapa, Lili saltó y saltó tratando de salir pero la bruja, al verla, pronunció un conjunto mágico con palabras rarísimas:

_ “Zambasulí, zambasulá

       de esta casa no saldrá”.

Al momento de cerraron puertas y ventanas. La bruja corrió tras Lili con un sartén en la mano hasta que logró acorralarla en un rincón:

_ ¿Cómo te atreves a entrar en mi casa sin mi permiso?

La ranita, asustada, contestó:

_ Ha sido un accidente, por favor, déjame volver a mi estanque.

Y la bruja, que de buena no tenía un pelo, le gritó muy enojada:

_  Pues si es eso lo que quieres, te daré todo lo contrario. Voy a convertirte en una princesa y nunca más verás ese lugar.

 La malvada pronunció otro conjuro mágico con palabras raras:

    _”Zumba salá, zumba salé

          en princesa te convertiré”.

 De pronto, Lili se vio envuelta en un pequeño tornado y sin darse cuenta, ya se habia convertido en una hermosa princesa. Sin saber cómo, se vio en un enorme palacio rodeada de sirvientes y lujos. Vestía un traje multicolor con muchos aros y vuelos y unos zapatos de oro que pesaban un mundo. Todos se inclinaban ante ella y hacían reverencias pero Lili no entendía nada. Así pasaron las horas, el sol empezó a calentar y Lili sintió calor con tantas ropas. Trató de quitárselas, porque las ranas no usan ropa,  pero las sirvientas no se lo permitieron, una joven de su rango debía ser recatada, le dijeron. Tampoco le permitieron quitarse los pesados zapatos que le impedían saltar. ¿De que servía ser princesa si no podía hacer lo que quería? pensó Lili.

Pasado un rato sintió hambre y pidió algo de comer. Inmediatamente le trajeron un buffet de deliciosos manjares, pero cuando los probó, no le gustaron porque no tenían sabor a moscas ni mosquitos y se tuvo que quedar con hambre.  Mientras tanto, en el inmenso estanque reinaba el silencio.

_ ¿Ustedes no notan algo extraño? Lili no ha cantado en todo el día_Dijo el gusano Urbano.

_  Es cierto_Afirmo la serpiente Cuatro Dientes.

_ Quizás se fue de compras_ Murmuró   la mariposa Revoltosa.

_ Quizás se fue a la peluquería_ Agregó la lagartija Cutija.

_ Que disparate, las ranas no tienen pelo_Comentó el cangrejo Alejo.

_ Quizás fue a pintarse las uñas_Susurró la jicotea Dorotea.

_ Otro disparate, las ranas no tienen uñas. Además, Lili siempre me dice a donde va, que no por gusto soy su prima. Algo tiene que haberle sucedido_ Aseguró la rana Enana.

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Preocupados estaban los habitantes del estanque por la desaparición de Lili. La buscaron por todos lados, pero nada de nada.  Por su parte, en el palacio se organizaba una gran fiesta para dar la bienvenida a la princesa,  de quien se decía estuvo fuera del reino durante un tiempo estudiando canto con los mejores maestros. En la cocina se preparaba un gran banquete para los invitados. Todos estaban alegres y esperaban ansiosos  para escucharla cantar. Sin embargo, Lili seguía sin entender y en sus  grandes ojos se reflejaba una profunda tristeza.

Cuando llegó el momento y los reyes anunciaron que la princesa cantaría, la pobre Lili lo único que pudo hacer fue croar, croar y croar. Los visitantes quedaron boquiabiertos, echaron a reír y se burlaron. Avergonzada, la joven princesa salió corriendo para su habitación y cuando todos se fueron, se escapó por la puerta del fondo para que nadie la viera y no paró hasta llegar cerca del estanque donde vivía. Lloraba a los pies de un framboyán, cuando la interrumpió el trote de un burrito que era cabalgado por un niño.

_ ¿Por qué lloras siendo tan bella?_Preguntó el niño.

_ Lloro porque no quiero ser tan bella, lo único que deseo es volver a ser una rana como siempre fui. Me molesta este vestido y con estos zapatos no puedo saltar.

El niño se echó a reír porque no le creyó una sola palabra. Lili le contó lo sucedido pero el niño seguía sin creerle.

_¿Qué puedo hacer para que me creas?

_Tendrás que comer moscas y mosquitos y croar como una rana de verdad si quieres que te crea.

Y Lili, que estaba muy hambrienta, se comió cuantas moscas y mosquitos encontró a su paso y cuando tuvo la pancita llena, se puso a croar de felicidad:

_ Croa, croa, croa.

Fue entonces que el niño logró creer aquella historia absurda.

_ ¿Cómo puedo ayudarte?

_ No sé, tendremos que pensar en alguna forma de romper el hechizo.

Los dos estuvieron piensa que te piensa por largo rato, hasta que al niño se le ocurrió una idea.

_ Un día leí un cuento donde un príncipe fue convertido en sapo y la única forma de romper el hechizo era con el beso de una princesa. Así que si tú eres una rana, quizás tu hechizo se rompa con el beso de un sapo.

 A Lili le pareció una gran idea aunque no dejó de darle un poco de asco. Se acordó del sapo Patato que también vivía en el estanque y de inmediato fueron en su busca. Dormía Patato su acostumbrada siesta en una hoja que flotaba en el agua. Como Lili sabía de su mal carácter, no quiso molestarlo y esperó junto a él hasta que despertó, no fuera a ser que se enojara y no quisiera darle el  beso. Dormir y comer era lo único que hacía Patato, razón  por la cual estaba  gordo, barrigón y a penas podía saltar. Quizás por eso tenía  tan  mal humor siempre.

_Buenas tardes_Dijo Lili al sapo.

Patato, que no era ni remotamente amistoso, se asombró al verla y la miró con rareza:

_ ¿Quién eres y qué quieres?

_ Soy yo, la ranita Lili. ¿No me reconoces?

_ ¿Por quién me tomas, acaso crees que soy tonto?

_  No, no. Lo que te digo es cierto_ Dijo Lili y volvió a contar todo lo sucedido. Si me miras bien, verás que son los mismos ojos grandes y saltones que siempre tuve. Además, si lo deseas, te puedo decir los nombres de todos los animales que viven en el estanque. Lo único que necesito es que me des un beso para romper el hechizo y volver a ser la ranita saltarina que alegraba a todos con su canto.

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Al decir esto, Patato, conmovido, se colocó en la mano de la princesa y ella lo llevó hasta su boca, donde recibió el esperado beso. Al instante, la princesa volvió a dar vueltas y vueltas dentro de un tornado que poco a poco se desvaneció en el agua y Lili cayó convertida en rana. Al verse, hizo una gran algarabía y empezó a cantar de felicidad. Le dio las gracias a Patato y hasta logró sacarle una sonrisa. Los animales del estanque, que habían huido en busca de refugio al ver el tornado, regresaron a curiosear cuando todo pasó y fue entonces que vieron a  su amiga.

_Lili ¿Dónde has estado todo el día?_ Preguntaron a coro.

Lili saltó de alegría al verlos, los abrazó a cada uno y mirando a su nuevo amigo, el niño, que lo observaba desde la orilla, les dijo:

 _No me lo van a creer.


Kenia Rodriguez Poulot Cafe Naranjo



Kenia Rodríguez Poulout.

Natural de Santiago de Cuba, Cuba, 1972.
Escritora de poesías y cuentos. Miembro del Taller Literario Félix Rodríguez Carralero del Proyecto Cultural Arte XX. Punta Brava y del Taller Literario Municipal de La Lisa, Sindo Garay, forma parte del Café Naranjo.

Ha participado en numerosos festivales y eventos literarios en Cuba, recibiendo numerosos premios y menciones.

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