Entorno pluricubista: Alberto Guerra Naranjo, el vacío y Urbano Téllez. Reflexiones.
Por José Alberto Nápoles Torres
El big bang del lector es el texto. En el instante en que este inicia el complejo proceso de la lectura, el universo y sus dimensiones cognoscibles y fundamentales tiene lugar, o al menos, existe la posibilidad de que la narración del universo se active en sus potencialidades y el lector (como yo) encuentre en el texto la historia del universo. E. V. Iliènkov en 1977 escribiría: detrás de cada hecho se halla la historia del universo (Lógica dialéctica. Ensayo de historia y teoría, P. 119, 1977).
El acto de la lectura es un hecho singular, es un proceso genuino, dialógico, mediante el cual el hombre, el lector, asimila la cultura humana, diversa e histórica. La lectura siempre ocurre en la historia, en un momento histórico.
La lectura del cuento Picassos en el aire, del escritor Alberto Guerra Naranjo, se inserta en esos textos (de/con carácter literario) que producen ciertos estallidos semióticos, ciertos indicios que hacen pensar que aún el mundo puede leerse (Umberto Eco).
Umberto Eco planteó que esta lectura, a veces, se torna infinita, sin sentido y que sólo le corresponde al lector darle cierto orden a lo leído.
Por todo lo anterior, considero que este ensayo alrededor de Picassos en el aire se dividió en varios momentos que responden o responderán a determinadas ideas producidas por el texto. Su lógica revela las asociaciones que despiertan y despertaron en el lector (como yo), teniendo en cuenta, la obra de Picasso (aquí doy por sentado que el título orienta al lector y que existe una relación pertinente entre la obra y el título), las corrientes que este representó y asimiló en su quehacer como creador de la vanguardia artística.
I
En 1913, G. Apollinaire, publicaría un texto (a mi parecer ha sido algo aproximativo y confuso), que sería considerado como el manifiesto del movimiento cubista. En su primera parte, Apollinaire escribe:
“Uno vive en el placer, otro con el dolor, unos comen su herencia, otros se hacen ricos y otros, también, sólo tienen su vida.
Y eso es todo.”
El cuento, Picassos en el aire, no es un mero texto. Encierra una verdad simple: el hombre y su destino. Destino que pudo haberse interpretado con la idea anterior de Apollinaire.
Su personaje principal, Urbano Téllez, encaja muy bien en lo dicho por G. Apollinaire, enumérese los elementos de la cita para tener en cuenta lo expresado:
Vive en el placer o intenta vivir en placer.
Otros viven con el dolor que, según Dune Valle Jiménez, en su trabajo titulado: Dolor y autoexplotación en la era digital, tiene carácter histórico, ontológico, o sea, se manifiesta en un contexto histórico epocal (2018).
Unos comen su herencia. Deténgase, re-lea el pasaje cuando en un espacio común diferentes personajes sacan su almuerzo y el narrador pertinente describe variopintos platos culinarios de múltiples procedencias.
Sólo tienen su vida y Urbano Téllez por casualidad o empujado a transformarse en sujeto de nostalgia la emplea, para instalarse en el extraño piso 80 (¿81,82…?) de algún edificio, que se asemeja a la Torre de Babel: por su altura, su cercanía al cielo, y por las diversas lenguas en que se habla, mientras se trabaja en pos de los deseos, aparentemente, individuales y la discordia presente se oculta, se in-visibiliza. ¿No será este andamio flotante un artefacto para escalar al cielo prometido, al paraíso contemporáneo que va sustituyendo a los seres sobrenaturales, que, de/en algún momento, abundaron en los cielos uránicos?
Al leer Picassos en el aire, estallan determinados campos semánticos, por tal razón, este texto conforma su lógica como en un cuadro de Picasso donde las curvas, las líneas, las formas y los colores pueden apreciarse desde diferentes ángulos, al mismo tiempo.
El texto de Alberto Guerra Naranjo, es un hecho ordinario-extraordinario, recoge a ciertos sujetos de la nostalgia. Los fenómenos migratorios producen dolor, sufrimiento, nostalgia, nuevas hermenéuticas, re-elaboraciones, adaptaciones, en fin, se manifiesta una cruel transculturación (Fernando Ortiz) donde Urbano Téllez, la esposa y los otros personajes sumergidos en el entramado ficción-realidad, viven, superviven; y màs allá de esto, ya no es la felicidad su propósito final; es sentirse bien biológicamente, a pesar del cansancio instalado en sus mentes, en sus cuerpos.
Es interesante cómo Urbano Téllez aún tiene la capacidad de interrogar, de interrogarse.
Al principio del trabajo se escribió que la lectura o que el acto de la lectura es un hecho singular. Un hecho, que no debe, a propósito, confundirse con la célebre cita de Nietzsche, recogida en los Fragmentos Póstumos, que dice: Solo hay hechos, aunque, de cierto modo no deja de ser evidente; yo diría: no, pero también hay interpretaciones.
El acto de la lectura es interpretación, además.
Picassos en el aire es interpretación, es subjetividad donde el mundo, la realidad social se refracta, dibuja en trazos, apenas visibles, los resortes de una sociedad compleja, deshumanizada, infeliz, trepidante; sólo son válidos dos tipos de explotación: la autoexplotación y la exo-explotaciòn. Ambas son partes de un mismo mecanismo deficiente que no logra la sinergia pensada, ni soñada.
¿Acaso, Apollinaire, lleva razón cuando dice: Y eso es todo?
Un ciclo interminable en que los hombres suben a un artefacto: andamio flotante o como se llame y deciden escalar, ascender, en busca de algo o de alguien, que en algún momento deja de ser algo o alguien y ya no se siente nada porque el dolor, el sufrimiento va incorporando otras vivencias, que no eran las iniciales y por tanto llegan a otro propósito. Y eso es todo, cuya pronunciación o lectura traslada al lector al Eclesiastés. Y hace pensar en la vanidad del emigrante, en los ciclos banales en que se insertó Urbano Téllez, sin percatarse de ello.
A pesar de todo, siento, aprecio, que Urbano Téllez está vivo. La vida es aquella tensión que tiene lugar entre dos extremos: desde el nacimiento hasta la muerte; esa tirantez entre la felicidad y la infelicidad, entre el dolor y el placer; tirantez que define la vida de forma segura y considera al dolor como parte esencial de ella. El dolor explica la vida, es una metodología, casi perfecta, para asimilar el mundo, ser en el mundo. Debe tenerse cuidado con otras posibles interpretaciones del dolor subyacente en el cuento de Picassos en el aire; un dolor del hombre con su destino, otro, lo alejaría de esta reflexión.
Antes de continuar es pertinente aclarar que el tópico de la migración en la literatura cubana no es reciente; es una variable constante, y màs, en esta región del Caribe.
La migración posee un enfoque histórico cuyas causas son disimiles: políticas, sociales, económicas, espirituales, sociológicas y de tantas otras razones que cada investigador irà sustrayendo y agregando, según los paradigmas del poder en el momento en que se evalué estos fenómenos sociales.
Por ende, Guerra Naranjo, retoma este tópico y lo ubica en un escenario mundial donde se desdibuja los contornos geográficos, ya sus personajes secundarios no necesitan ser nombrados, no se detiene el narrador pertinente al ahondar en la personalidad de cada uno de ellos (amén que es un breve un cuento); lo hace a través de Urbano Téllez, que al parecer los representa. Cualquier lector, sospecho, que tenga acceso a este texto, encontrará en él códigos para entenderlo (teniendo en cuenta a los traductores de la lengua humana).
II
Picassos en el aire disiente con la realidad que complace, es decir, se ha ubicado, en esa dimensión que Zygmunt Bauman le ha dado por llamar offline. Ciertamente el texto se aleja de lo fácil, sin entrar en el terreno barroco de los escenarios sociales modernos; es un texto limpio, no hay obscenidad, ni negociación con lo vulgar. Recuerdo al lector que, generalmente, lo vulgar y lo obsceno se asocian indiscriminadamente. No es el caso del cuento.
Este texto offline refracta la vida de sujetos de nostalgias (migrantes: inmigrantes y emigrantes. Términos necesarios para manosear porque dentro de la dimensión afectiva no es lo mismo ser sujeto que llega a algún lugar, que sujeto que sale de algún lugar). Estos sujetos –personajes de la nostalgia y la utopía, reproducirán una red donde gestionan sus vidas de muchas maneras, a veces, son formas acríticas, ávidas; otras son racionales y con ciertos fines, pero al final resulta que son sueños. Los sueños, entiéndase como proyectos de vidas, siempre iniciándose en estos sujetos referidos: Urbano Téllez, que prestó su rostro un día de su vida para que el escritor/narrador pertinente relatara cierto orden del mundo.
Urbano T. revela cómo los hombres en su búsqueda, esgrimen diferentes éticas. La ética del poder (el consabido), la ética del desposeído y otras éticas que encierran, en su conjunto, aspectos políticos, psicológicos, sociales y civilizatorios.
El escenario es trepidante (como escribiría Miguel Terry Valdespino en un comentario dirigido al propio autor del cuento). El cuento se inicia en un punto crítico, ya todo está sucediendo, o siempre ha sido, y el lector (como yo) tiene un golpe de lucidez provisional que le permite sentir y reflexionar al respecto.
Urbano, le recuerda al lector que se debe sospechar cuando se dice o se escribe: Y eso es todo. Minerva, su esposa, convertiría lo anterior en una interrogante: ¿Y eso es todo?
III
Para Picasso o/en la obra de Picasso, siempre existió un elemento permanente, sostenible en el tiempo: su conciencia del mundo objetivo (en Lèger, también, coincide esa conciencia); constituiría para él un centro gravitatorio hacia el que fluirían todas sus imágenes.
A este, nunca le interesó la realidad interior Kandiskiana (aunque en este punto, Alberto Guerra Naranjo, discrepa, ya que el texto logra, mediante los hechos, entrar en el interior del hombre…); todo lo contrario, polemizó con aquellos que querían pintar lo invisible. De algún modo coincidiría con aquella convicción courbetiana:
“la pintura es un arte esencialmente concreto, que solo puede consistir en la representación de las cosas reales y existentes…”.
Ahora bien, si para leer un texto, una obra literaria, se debe tener en cuenta el título de la misma, lo anterior permitiría una aproximación (como todo proceso de lectura y apropiación de una obra).
Recuérdese que en la obra de Picasso prevalece el tema: el hombre y su destino, por ejemplo, su período azul y rosado (1901-1906) estaría enfocado hacia los humildes, los desheredados y que expresara desde las formas contenidas, sobrias, insertadas en una atmosfera crepuscular.
Entonces, ¿Naranjo, establece un relación consciente e inconsciente entre la obra pictórica de Picasso y su creación narrativa, dando como resultado Picassos en el aire?
Lo que sí parece ser una evidencia, es la presencia de zonas de contactos con la realidad social, vernácula e internacional, donde personajes humildes se insertan en otros espacios, por demás, extraños, productores de nostalgias y utopías como lo hiciera Picasso en el periodo referido.
El título, si se tiene presente, como válido para la lectura lineal (título-texto del cuento) arroja información cierta, respetando una determinada linealidad (como ya se adelantó) en el discurso narrativo entre autor-escritor-personajes y lector.
Picasso, según Mario de Michele (1967), se definió por ese eclecticismo, fundió la síntesis poética y superó las modas intelectuales cubistas, la simbología, las deformaciones expresionistas.
Naranjo, en su vivencia singular del mundo, mundo que se percibe crítico, complicado/complejo, extrae ciertos hechos, interpretaciones para construir/escribir su obra.
Y, cuando se lee el texto mencionado, se dispara una objetividad dramática y cada elemento aportado en la narración es indicio, signo que va a expresar un hecho y a su vez varios hechos.
Explico lo anterior con la siguiente enumeración:
La migración como fenómeno demográfico cuyas causas son múltiples y las consecuencias para el sujeto que se traslada son innumerables, y, generalmente, traumáticas.
Las interrogantes del hombre ante su destino (las preguntas de Minerva y del propio Urbano Téllez, aunque es interesante tener en cuenta, que los otros no interrogan).
La violencia que subyace en los diferentes escenarios en que el narrador pertinente ubica al lector (los sujetos del poder despotrican, dicen, desdicen, humillan, ofenden…)
La solidaridad que se produce, las redes de actos culturales que se manifiestan, téngase presente el momento en que el narrador pertinente describe cuando los trabajadores del andamio flotante inician sus almuerzos étnicos en un espacio común. Un espacio flotante, que se apoya en un éter desprovisto de matrices culturales propias. Son sujetos de nostalgias y utopías que intentan construir su espacio desde un vacío común, que parece expresarse en el momento en que los trabajadores/personajes despliegan su ritual de alimentación, a la hora de un sol que parten las piedras y los perros no acompañan a sus amos.
A su vez, esta misma acción de alimentarse en un espacio común, de converger en un espacio común sugiere Identidad.
El título Picassos en el aire ¿también, tendrá alguna conexión con su Obra Guernica donde la deformación, la caída de los cuerpos, el impacto y las sensaciones de una humanidad destrozada, un poder que diluye la integridad de la persona humana es palpable, sufrible?
Picassos en el aire es una historia común. Naranjo, reúne, en breves cuartillas, una humanidad sufriente, pero a su vez potencialmente feliz (también, recuérdese las ideas anteriores expuesta acerca de la felicidad). Grupos heterogéneos de diversas procedencias con-existen en un espacio físico (en un andamio flotante: ¿el planeta tierra? ¿La Torre de Babel?).
Es una historia en proceso, inconclusa, tal como lo ofrece el narrador pertinente del cuento, brinda un cierre exquisitamente cíclico, parece que todo vuelve a repetirse. Cuando algo o alguien queda suspendido en el aire, se puede percibir a través de movimientos pendulares, cíclicos, o como una instantánea.
Una instantánea contradictoriamente en proceso, se pueden ver las bestias de aire, bestias étnicas, diversas, en busca de la utopía, de los sueños; sin tener claro, que esa búsqueda encierra el extraño suceso de Schelling: la identidad es A y No-A, en su transformación, es decir, buscar ese algo, ese alguien implica dolor, nostalgia, infelicidad. ¿Acaso, serán esas bestias pintadas por Picasso en su cuadro: el caballo, el toro, que establecen cierta armonía entre el cuchillo, la flor y la lámpara?
IV
Al leer Picassos en el aire, estallan determinados campos semánticos, decía en páginas anteriores.
Ese mismo cuchillo que aparece en el cuadro de Picasso (1937), de algún modo apuñaleó a Salman Rushdie, el escritor que escribiese la novela Versos Satánicos (la edición consultada tiene 415 páginas), este o el narrador diría en el capítulo El Ángel Gibreel:
“El avión se partió por la mitad, como vaina que suelta las semillas, huevo que descubre su misterio. Dos actores, Gibreel, el de las piruetas, y el abotonado y circunspecto Mr. Saladin Chamcha, caían cual brizna de tabaco de un viejo cigarro roto…”
La novela desarrollará su historia, su contenido, Mientras Gibreel y Saladin Chamcha, como tantos otros pasajeros y objetos, caen al vacío.
Ignoro si el autor de Picassos en el aire conoce a Salman, pero el azar concurrente (Lezama Lima) estableció una similitud magistral entre los dos. Salman es cruel, denuncia, complejiza por momentos el discurso narrativo; Alberto Guerra recurre a la imagen directa, denota en ella lo palpable de la realidad; muestra al lector la ubicación desfavorable de su personaje, Urbano Téllez.
Los personajes del autor de Picassos en el aire, son de carne y huesos, que migran y des-migran; quizás lo común entre estos escritores, sea que sus historias se inician a partir de cuerpos en el aire y disrupciones fácticas, accidentes que producen la caída al vacío; y mientras, el lector tienen noticias fidedignas tanto del hombre en su complejidad interior como de sus relaciones sociales y los signos que va dejando a su paso, que a veces adoptan imágenes holocáusticas como la obra capital de Picasso: Guernica.
Picassos en el aire pone de manifiesto la idea de que el big bang del lector es el texto. En el instante en que este inicia el complejo proceso de la lectura, el universo y sus dimensiones cognoscibles y fundamentales tiene lugar, o al menos, existe la posibilidad de que la narración del universo se active en sus potencialidades y el lector (como yo) encuentre en el texto la historia del universo. E. V. Iliénkov, en 1977, escribiría: detrás de cada hecho se halla la historia del universo.
Iliénkov no conoció a Alberto Guerra Naranjo, tampoco yo; pero no deja de ser cierto que detrás del cuento Picassos en el aire se halla la historia del universo. Léase, una vez más, y descubrirá que todo está vinculado: la primera obra de Pablo Ruiz Picasso “El picador amarillo”, los ecosistemas del planeta, los sueños del hombre, las instancias del poder, el dolor, el sufrimiento, la solidaridad, el amor y a Urbano Téllez como material frágil, vapuleándose en el infinito vacío de todos los días.
José Alberto Nápoles Torres (la Habana,1974).
Poeta, ensayista e investigador. Dirige el proyecto La casa artemiseña de la décima. Licenciado en Educación. Sus poemarios: Tao (Máscara en vuelo),2015; Elegía por siempre… (2019) han sido publicados por la Editorial Unicornio; Muchachos del camión por la Editorial El Abra de la Isla de la juventud, 2019; Tratado de los diez mundos: Dos mil años después de Cristo, poemario publicado en el año 2020; El secreto de los parques (en coautoría), ambos por la Editorial Argos. Los libros Escaras y Los Eudromos fueron publicados por la Editorial Primigenios. Reseñas, ensayos y otros textos suyos aparecen en innumerables revistas y en antologías cubanas y extranjeras. Es Miembro de la Uneac.
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