Comenzamos en este post de agosto, seis minicuentos del Café Naranjo, con el escriba y amigo santaclareño Roswel Borges Castellanos:
(enhorabuena si nos comparten en las redes, gracias infinitas desde ya por sus lecturas)
Roswel Borges Castellanos
A Omar Herrera, por su «Vuelos»
Ella recogió sus alas para limpiar sus heridas.
Roswel Borges Castellanos. Villa Clara, Cuba.
LA ENCOMIENDA
Lázaro J. Viciedo Bersaguí
«A mis colegas en Café Naranjo y en especial a Philip K. Dick»
La Habana, 2023.
El Agente Damon Crowley cerró el mensaje recibido a través del intercomunicador, prendió un cigarrillo y se quedó meditando por un momento la orden que recibió de su jefe superior: «Localizar a tus objetivos y retirarlos de inmediato. Recibirás fotos y datos en archivos adjuntos. No debes fallar.»
Miró cómo las luces de los reflectores se colaban a través de los cristales de las ventanas en un sondeo continuo. Afuera toda la ciudad, por momentos, era oscuridad penumbrosa y llovizna interminable. Desde lo lejos, las gigantescas panopantallas mostraban imágenes de una gueisha desnudándose, mientras un Spinner realizaba su inspección rutinaria.
El agente Damon Crowley sabía cómo proceder en situaciones como estas. No son en vano los 23 años que lleva de servicio. Las visibles ojeras y la crecida barba eran evidencias de un agotamiento que ha ido acumulando durante los últimos meses. Ya era hora de su retiro, y por qué no, de una vida más placentera y cómoda en una de las Colonias.
De repente, uno de los bombillos del intercomunicador comenzó a parpadear. La información que estaba esperando fue enviada. Eran cinco sus objetivos: Una hembra y cuatro machos. Replicantes Nexus-6 que se habían escapado de una de las colonias del mundo exterior y pretendían provocar un segundo Black Out. El archivo enviado, a parte de las fotografías, mostraba los nombres con que se identificaban: Yelina, Nelson, Joe, Omar y Alberto. Los dos últimos resultaban ser los más peligrosos. Pues fueron diseñados exclusivamente para matar. En estos momentos se encontraban reunidos, según la información recibida, en un bar.
El agente Damon Crowley apagó su cigarrillo, comprobó que sus armas estuvieran bien cargadas y eliminó el mensaje recibido. Es importante no dejar evidencias en este oficio. Al salir de su departamento, miró (como de costumbre) el retrato colgado en la pared de su hermosa Rachel y tuvo la ligera impresión de haber soñado esa noche con un unicornio.
Hoy Corporación Tayrell odiará al mejor de todos los agentes Blade Runner. Es un hecho… de todas formas… seguro que los androides soñarán con ovejas mecánicas.
Lázaro J. Viciedo Bersaguí. La Habana.
ZAPATOS
Edilberto Rodríguez Tamayo (Taíno).
Primero eran cientos y luego miles, muchos miles de zapatos: rústicos, deportivos, escolares, fiesta de pasos de toda índole y color. En una de las esquinas más alejadas dos pares se daban puntapies, hasta que notaron el papel que hacían y se marcharon a ridículo compartido. Un rato después, un dos tonos de hombre intervino para separar dos pares de zapatos de mujer que se peleaban. Simples incidentes que en nada lastran la afluencia descomunal. Se ven también algunos zapatos extranjeros, botas para trabajar en el agua y hasta zapatillas de ballet, otros ni se distinguen por el fango adherido, pero todos saben de dónde vienen. De pronto aparecen botas militares( uno conoce lo que han hecho las botas militares en otra regiones)y ante la expectativa, rompen filas y se unen, piel a piel, cordón a cordon, con ese mar de zapatos que avanzan tras un enorme par de botas de campaña.
Edilberto Rodríguez Tamayo (Taíno). San Germán, Holguín.
CON LA LLUVIA
Marcos L. Herrera Imbert
Que llueva, sí, que siga lloviendo. Lo malo es que de solo caer una gota nos quitan la electricidad. Es un acto completamente humanitario, les preocupa que pueda morir electrocutado algún que otro borracho o vagabundo. Mi vecina grita bajo la lluvia, mi vecina tiene fuego uterino y un poco de desorden mental. La puedo ver desde una rendija de mi ventana, no lleva sostén puesto, solo una blusa gastada que deja expuesta la forma de sus pezones. Si no estuviera tan vieja y desteñida ahora mismo me masturbaría. Quizás hasta podría pasar por alto sus arrugas y su bigote negro, aunque eso me recuerde a algún presentador del noticiero nacional.
La gente dice que ese bigote le salió por tomar tantas pastillas anticonceptivas. También me dijeron que cuando era un poco más joven tenía un buen culo, duro, robusto, imponente. Una retaguardia que cambiaba por hormonas para hacer crecer más su bigote. Siempre quiso tener uno, bien peludo y tusado, como el de su padre, que también hizo de madre y le cantaba canciones de cuna antes de dormir. Ya no quiero que siga lloviendo, que pare. Lo bueno es que cuando cae la última gota vuelven a poner la electricidad.
Marcos L. Herrera Imbert. Holguín, Cuba.
NIKO
Frank Carlos Rodríguez Labrada
Aurelia observaba la pared que alguna vez había sido blanca. A pesar del aire acondicionado podía sentir el calor que bajaba del techo en todas direcciones. Era un maldito agosto. Cuando estuvo encinta de Niko, la abuela consultó a un vidente quien le dijo que ese parto debía ser interrumpido, pero Aurelia no quiso contradecir al destino, si así debía ser. Ella tendría a su bebé que ya daba empujoncitos en el vientre.
Niko nació una noche de luna menguante, era una ternura, tanto que se había robado la atención de todo el personal hospitalario. Sus cachetes rosados, el pelo abundante de niño saludable y hermoso, su orgullo. Ella lo crío sola, pues el padre había combatido en Angola y cuando regresó ya no era el mismo, pese a los innumerables médicos, psiquiatras e internaciones en varios hospitales, al final lo dejaron por incorregible y deambulaba por las calles de su ciudad natal Santa Clara.
Su madre se había alejado de su vida, nunca le perdonó que la hubiese contradecido, fue intransigente, jamás aceptó la posición de Aurelia.
Ahora el médico me dirá que todo está bien, yo te abrazaré mi bebecito, te llevaré a casa, te haré la papilla que te gusta. Tiene que ser así, tiene que cambiar esta situación, ah…, tu papilla a la hora, la siesta después si y luego, luego saldremos al parque a ver la luz a cambiar un poco el aire
enrarecido de la casa.
Dos hombres entraron haciendo que rechinara la puerta, el más joven se le acercó – es hora Aurelia- le musitó con voz severa casi acompasada con la melancolía dibujada en sus ojos de mujer. Ella dejó su bebé en la cama, lo arropó con cuidado, era un lindo muñeco de madera que pudieron apreciar los hombres de blanco.
-Me esperas un ratito mientras acompaño a los señores a tomar la medicina-.
Frank Carlos Rodriguez Labrada
Placetas, Villa Clara, Cuba.
MINIALBERTO MÓVILES
Alberto Guerra Naranjo
Hermanos míos, los he llamado aparte, luego de tan pródiga cena, porque ya preocupa en grado sumo que nuestra querida madre continúe con su ensarta de alucinaciones, a las que llama sueños, que le aparecen en su imaginación mientras teje.
Lo peor, queridos míos, no es que sueñe o tenga pesadillas, eso es asunto de humanos y a nadie le importa; lo peor es que ya lo ha contado a cuatro vientos y todos en este pueblo, hasta el verdulero, la toman por una señora desquiciada.
¿Acaso no recuerdan ustedes cuando nos dijo que soñó con personas que flotaban más cerca de la luna que de nosotros?
¿Acaso ya olvidaron cuando nos habló de embarcaciones donde sus tripulantes topaban con un mundo lejano, con gente pintorrajeada y desnuda pescando en sus costas?
¿Acaso no recuerdan cuando dijo que soñó con personas que guardaban música para escucharla cuando desearan y sin necesidad de que estuvieran de cuerpo presente, ni los instrumentos, ni los ejecutantes?
¿Acaso ya olvidaron cuando nos confirmó que habrá gente que volará por los aires de un pueblo a otro, metidos en pájaros enormes?
Pero lo que acaba de decirnos esta noche en la cena ya es el colmo, es la gota que por fin derrama el vaso y por esa causa los he apartado.
Si al menos fuera nuestro padre el soñador las cosas estarían justificadas, la embriaguez que provocan los vinos de taberna justifican cualquier desafuero, pero no es el caso.
Cuando nuestra querida madre dijo esta noche que alguna vez cada cual llevará consigo un pequeño artefacto del tamaño de la mano y que con él podríamos comunicarnos en todas las variantes posibles, estemos donde estemos, seamos quienes seamos, en mi humilde parecer ese sueño, o pesadilla, seamos claros, se torna muy peligroso.
Nuestra madre ha sido invadida por demonios, queridos míos, y mañana mismo, a primera hora, me llegaré a informarlo a donde debo.
La Santa Inquisición, como es debido, sabrá salvarla.
Alberto Guerra Naranjo. La Habana, Cuba.
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